06 septiembre, 2011

Te vi caminar,
sonriendo junto a él.
Se suscitaron en mí
sentimiento encontrados.
Como si cada parte de mi cuerpo
gritara por actuar
de una forma diferente.
Es difícil no escuchar
el alarido del instinto,
que alimenta los celos;
difícil no extrañar
tu piel tocando la mía;
difícil no arrancarte de su lado
y decirte de rodillas
que siempre te he amado.
Pero también es imposible no escuchar
el susurro de mi corazón
que me implora recapacitar:
"¿De qué sirve forzar?
Si por más que tú la ames,
lo que ella siente no va a cambiar."
Sin saber hacia dónde correr
te vuelvo a mirar
irradias alegría,
ésta lo invade todo:
el aire, mis sentidos,
mi corazón.
Tiñendo de felicidad
mi egoísmo innato.
Ahora te puedo dejar volar en libertad.

Placeres momentaneos

Cuando nos hacemos uno pero sin sentir sentimos placer, pero nada más.
Solo existen las ganas que al extinguirse dejan satisfacción y vacío por igual.
En esos treinta minutos de éxtasis nos dejamos llenar por el instinto, el deseo y el placer creyendo que de ellos algo quedará. Pero no es así. Solo queda la amarga desilusión de darnos cuenta, una vez más, de que aquello que creíamos necesitar, no es lo que en verdad necesitamos; de que solo hay una persona que nos puede hacer volar.